Unos personajes comunes y cotidianos nos van demostrando que son como piezas de un ajedrez que se mueven con una intencionalidad determinada y determinante. A veces, el lector cree estar en un baile de carnaval: ¿sabes quién soy? La persona que desea conquistar ¿es hombre o mujer? ¿un o una caradura? ¿alguien enamorado que se lanza dispuesto a todo, aun a fingimientos de corte tan actual como esconderse tras el ordenador para eludir el cara a cara?